A ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el crujir de dientes.
Eucaristía Domingo 15 de Noviembre 2020
Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (25,14-30)
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HOMILÍA
El Evangelio de San Mateo, nos habla de un hombre que antes de salir de viaje, convoca a sus siervos o a sus empleados y les confía su patrimonio en talentos o minas de plata. Qué era un talento en los tiempos de Jesús? En tiempos de Jesús la palabra talento, era una unidad de medida de medida de dinero, una unidad monetaria, un talento de plata era algo así como 20 kilos de plata, y la parábola habla de 5 talentos, que equivale a cien kilos de plata. Pero los empleados tenían que dar cuentas de lo que el patrón les había entregado.
Para nosotros la palabra talento, es un DON, es una capacidad , una cualidad para hacerlo producir y colocarlo al servicio de los demás. Entonces el primero y segundo empleado duplican sus talentos o su capital inicial y el tercer siervo o empleado por miedo a perderlo todo o tal vez por pereza lo esconde.
El hombre de la parábola, representa a Jesús, los siervos o los empleados somos cada uno de nosotros, los talentos o minas de plata, son el patrimonio que el Señor nos confía, nos encomienda. pero cual patrimonio? cuál es el patrimonio que el Señor nos da cada uno de nosotros? es su Palabra, los Sacramentos, la Fe, su amor, su perdón, su misericordia, y mucho más, es decir, que sus más preciosos bienes, no solo los entrega para cuidarlos, sino para que los multipliquemos, para que los usemos para provecho y servicio a los demás.
Todos los bienes que hemos recibido de Dios, son para darlos a los demás y si nosotros los damos a los demás, así estos talentos se van creciendo, se van multiplicando. Es como si Cristo dijera : Aquí está mi misericordia, mi ternura, mi perdón, aquí está mi amor, tómalos y úsalos abundantemente.
Preguntémonos: y nosotros qué hemos hecho con los talentos que Dios me ha dado? y que ha puesto su confianza en mí para que los multiplique, a quién hemos contagiado con nuestra fe? quién hemos contagiado con nuestra esperanza? Cuánto amor hemos dado y compartido con el prójimo?
esta parábola nos estimula a no esconder nuestro afecto, y a ser auténticos discípulos de Jesús esta parábola nos estimula a no sepultar o esconder la Palabra de Dios sino propagarla en los diferentes ambientes: en los niños, jóvenes, adultos, familias, enfermos, a todos los ambientes, esta parábola nos estimula a no sepultar el perdón que Cristo nos regala en el Sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación.
Tenemos que hacer que estos talentos o dones sean para colocarlos al servicio de los demás, hacer que se multipliquen, que crezcan y den abundante fruto con nuestro testimonio.
No podemos esconderlos o guardarlos en una caja fuerte por miedo, o por no comprometernos. Además, el Señor nos da a todos los mismos dones, el nos concede a cada uno y nos confía cierta cantidad de talentos. a unos mas a otros menos de acuerdo a nuestra capacidad según nuestras fuerzas según nuestras capacidades de aquello que es justo para cada uno de nosotros. Dios tiene la esperanza puesta en nosotros, El confía en nosotros, no lo defraudemos, no nos dejemos engañar por el miedo, la pereza o el egoísmo.
Según este Evangelio, en esta parábola nos hace ver que el juicio de Dios es severo para quienes por pereza no aprovecharon sus dones , es un juicio en el que cada uno de nosotros es tratado de acuerdo a los dones recibidos. Pero que nadie pueda seguir el ejemplo del siervo perezoso y holgazán que escondió el talento y se dedicó a matar los minuto,s las horas, los días, la vida, pues cada uno tenemos que aportar algo a la sociedad y a la Iglesia.
Por eso podemos ser condenados por el pecado de omisión, porque no hicimos nada, porque no colocamos los talentos en servicio, en bien de los demás.
Yo los invito para que le pidamos al Señor en esta Eucaristía que nos lleve a hacer productivos nuestros talentos que entreguemos todo lo que somos y poseemos al servicio de Dios y de nuestros hermanos y produzcamos frutos de amor, de servicio, de entrega de perdón y de misericordia. Amén.
P. José Eliseo Ballesteros B.
Párroco Divino Salvador de Sopó
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